Actualmente
escuchamos mucho sobre el cuidado ambiental, el cómo cuidarlo, etc. incluso, si
indagamos en páginas de internet podemos encontrar muchos tips para
contrarrestar el calentamiento global entre muchos otros datos curiosos más. Lo
que es realidad, es que, para tener una cultura de cuidado ambiental, hay que
educar o más bien, reeducarnos nosotros mismos, personas adultas y razonables
de consecuencias. Aunque parezca de lo más raro, el concientizar a las personas
adultas sobre temas ambientales es una de las tareas más difíciles.
La
educación viene desde casa, con los integrantes de más importantes en la
familia y con el futuro que habitara este mundo en menos de 30 años, los niños.
El error más grande que cometemos es subestimarlos, por eso, explicarles desde
muy pequeños el cuidado de la naturaleza, les dotará de una conciencia de
respeto hacia el medio ambiente y también les servirá para mejorar su salud. No
olvidemos, que cada año mueren millones de personas por causas relacionadas con
el medio ambiente, según la Organización Mundial de Salud.
En
la tarea de concienciar a los niños, los progenitores son los protagonistas, los
niños aprenden por imitación, sobre todo de las personas de su entorno que
consideran referentes. Por ello, la educación ambiental comienza por nosotros
mismos. Si los más pequeños nos ven tirar un residuo en la calle o en la
naturaleza, o bien dejar las luces encendidas o los grifos abiertos sin necesidad,
harán lo mismo.
No
hace falta convertirse en un activista o un profesional ambiental para
preocuparse por nuestro entorno. En nuestra vida cotidiana se pueden asumir
unos sencillos hábitos ecológicos que, además de contribuir a cuidar el medio ambiente,
ahorran dinero:
·
Agua y
energía. Cerrar el grifo y no abusar de la ducha, o apagar los aparatos o las
luces si no se utilizan, son hábitos básicos que a los niños les cuesta
interiorizar. Cuando se funda una bombilla, se puede ir con el niño a comprar
una de bajo consumo y explicarle las ventajas ambientales y económicas de
ahorrar electricidad.
·
Transporte.
Siempre que sea posible hay que evitar el coche privado, para ir a pie a todas
partes, incluso al colegio, si no se puede, la bicicleta es un sistema de
movilidad económico y ecológico (con el que se pueden hacer también rutas con
niños) o bien se puede viajar en transporte público.
·
Alimentación.
El despilfarro de comida causa un importante impacto ambiental. Por ello, es
muy importante inculcar valores alimenticios no solo saludables, sino también
ecológicos, como no tirar la comida, comer productos locales y de temporada o
evitar los productos con un empaquetado excesivo.
·
Reducir,
reutilizar, y reciclar. La regla de las tres “R’s” es un hábito de consumo
ecológico básico según el cual lo más importante es reducir el uso de recursos,
después reutilizar los productos para alargar su vida útil y, una vez que el
producto no se puede emplear más, reciclarlo. Encapricharse de muchas cosas es
fácil, pero tiene un impacto económico y ambiental, así que hay que consumir de
forma responsable. Los juguetes se pueden compartir, arreglar para que duren
más, hacerlos en casa con materiales reciclados, o comprarlos de segunda mano.
También se pueden colocar unos contenedores de colores en casa para que los
niños aprendan a diferenciar los residuos y reciclarlos.
¡Es
muy fácil! Además de pasar un rato agradable con tus hijos los estas educando
sustentablemente y lo que es mejor, nosotros nos estamos reeducando. Ponlo en
práctica, ayudémonos ayudando, no lo olvides.
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